Notas de prensa

  • 16 de mayo de 2014
  • 136

Internet y las "nuevas enfermedades"

  • Facebook, Whatsapp, Twitter, Apps y Smartphone parecen ser palabras usadas a diario por todos nosotros. Estos conceptos y formas de comunicarnos forman parte de nuestra vida. Han calado tan hondo en nosotros, en nuestra forma de comunicación que parece imposible comunicarse si no los tuviéramos, pero como en esta vida un uso excesivo no es aconsejable. 
  • Ya son muchos los médicos que registran enfermedades no solo psicosomáticas, sino también dolencias físicas por el uso excesivo de Internet y las nuevas tecnologías. 
  • FOMO, Whatsappitis, o adicción a redes sociales, son problemas a la orden del día, que ya muchos psicólogos tratan en sus consultas.

Mayo 2014. 

Nuevas épocas, nuevas enfermedades. El fenómeno de Internet y en consecuencia todas las nuevas aplicaciones y tecnologías que usamos a través de la red hacen que, siempre que no se les dé un buen uso, aparezcan nuevas enfermedades que ya son fenómenos en nuestro tiempo. Es el caso del FOMO (Fear of Missing Out) o la obsesión por perderse algo de lo que está sucediendo en la red. Nuevas épocas, nuevas enfermedades. El fenómeno de Internet y en consecuencia todas las nuevas aplicaciones y tecnologías que usamos a través de la red hacen que, siempre que no se les dé un buen uso, aparezcan nuevas enfermedades que ya son fenómenos en nuestro tiempo. Es el caso del FOMO (Fear of Missing Out) o la obsesión por perderse algo de lo que está sucediendo en la red. 

La psicóloga Amaya Terrón, explica que una persona sufre FOMO cuando “siente miedo o temor a estar desconectado de su vida virtual. Cuando su dependencia a Internet es evidente; por ejemplo, sintiendo ansiedad cuando pasa cierto tiempo sin estar conectado, teniendo ideas recurrentes de estar perdiéndose algo”. 

Cuando perdemos el control, o existe un deterioro de nuestra vida social o calidad de vida en general por estar enganchados, cuando a pesar de ser conscientes del daño seguimos conectados y negamos que el problema exista porque no somos capaces de pararlo somos susceptibles a sufrir el síndrome de abstinencia y por esto podemos asumir que tenemos dependencia, somos adictos a Internet y como base puede existir ese miedo a perderse algo o FOMO, añade Amaya Terrón. 

En cuanto al tipo de persona más propensa a sufrir esta “obsesión”, Amaya opina que “en principio podríamos pensar que una persona con rasgos introvertidos puede ser mas propensa a engancharse a redes sociales porque esto le ayuda a socializar mejor, ya que no tiene que enfrentarse cara a cara, pero lo cierto es que no se encuentran diferencias significativas entre las personas enganchadas a Internet o redes sociales con lo que respecta a este rasgo de personalidad”. 

 

Los síntomas del FOMO 

  • Sentirse desplazado o con ansiedad en caso de olvidarse el smartphone en casa. 
  • Pensar que cuando tenga alguna reunión o evento, por ejemplo, se va a encontrar nuevas actualizaciones y alertas y esta sea una motivación para acortar el tiempo de estas. 
  • Comprobar Facebook cada cierto tiempo, por ejemplo cada 30 minutos, y si se deja de hacer invade una sensación de perderse la diversión o la realidad de lo que pasa en sus círculos. 
  • No pasar más de cinco minutos desde que se encuentra un aviso de actividad y se revisa. 
  • No poder salir de vacaciones sin asegurarse de que va a haber wifi en el lugar de destino. 
  • Pensar que no recibir “me gustas” es un síntoma de que algo no va bien con las amistades. 
  • Tener primero, en la pantalla del teléfono móvil, los iconos de redes sociales antes que otros importantes para facilitar su accesibilidad.
  • Tener una vida social virtual más rica que en persona. A la persona se le da mejor comunicarse mediante las redes sociales que cara a cara, llegando a preferir reforzadores virtuales que gestos personales. 
  • Pasar más horas navegando por redes sociales, buscando reforzadores y viendo los eventos externos que hablando con familiares y amigos. 
  • Lo primero que hace nada más levantarse es mirar las alertas que por la noche se han generado. Y lo último antes de acostarse es asegurarse de que no hay alertas sin descubrir. 

Para evitar esta adicción, la psicóloga Amaya Terrón, recomienda: “desconectar Internet durante la noche, durante las comidas, desayunos, cenas y más si estamos acompañados, debemos intentar pasar más tiempo conectados realmente que virtualmente”. 


La whatsappitis; o ser adictos al Whatsapp 

Otra de las nuevas "enfermedades" de nuestro tiempo y relacionada con Internet es la archiconocida app Whatsapp, los médicos ya alertan de casos de personas con dolor en las falanges y muñecas (tendinitis) por un uso abusivo de esta app; dolencia que ya se ha bautizado con el nombre de Whatsapitis. Para evitarlo, los médicos nos aconsejan un uso responsable, una escritura más relajada y corregir la postura mientras escribimos. 

A parte del malestar físico, con el uso indebido de estas apps corremos el riesgo de aislarnos socialmente, “no es extraño caminar por la calle y darnos cuenta de cómo las personas se olvidan de lo que ocurre a su alrededor mientras están concentrados en sus teléfonos móviles. Ir por la calle ausentes o al margen de los que ocurre a nuestro alrededor es un peligro. Choques con personas, atropellos, faltas de atención y tropiezos son algunas de las consecuencias más comunes”, apunta la psicóloga Amaya Terrón. 

Sufrir ansiedad por olvidar el móvil en casa y no estar ‘conectado’, pasar varias horas conectado a whatsapp, evitar el contacto personal, referir siempre a whatsapp sea cual sea el contenido de la conversación y escuchar las alertas de whatsapp sin que se haya recibido ningún mensaje son claros signos de lo que recientemente se acuña con el término whatsapitis”, explica la psicóloga. 

 

Nomofobia, phubbing o vibranxiety 

Actualmente es tan extendido el uso de los dispositivos móviles que se han acuñado términos como por ejemplo: nomofobia, phubbing o vibranxiety. 

  • Nomofobia: se refiere al cuadro clínico que se produce cuando una persona siente ansiedad o angustia ante la ausencia de teléfono móvil, es decir, al olvido, pérdida o sustracción de este. De la misma forma se produce nomofobia cuando nos sentimos excluidos del grupo en el caso de no estar conectados mediante nuestros dispositivos. 
  • Phubbing: se refiere a aquellas situaciones sociales donde el protagonista no son ni las reuniones ni la compañía humana, sino la utilización cuasi enfermiza de comunicarse mediante smartphones. Todos hemos sido conscientes de reuniones sociales donde cada miembro estaba atento a su móvil y no a los participantes de la cena o comida. En cierto modo podemos interpretar esta práctica como una falta de consideración con la persona o personas que tenemos en frente. 
  • Vibranxiaety: ¿alguna vez has ido corriendo a ver tu smartphone cuando has oído una alerta y resulta que no había nada? ¿Alguna vez has creído que el móvil vibraba, comprobando después que no lo hacía? Estos efectos colaterales de nuestra obsesión son los que se conocen con los términos vibranxiaety: vibraciones fantasmas o estímulos que nos conectan inmediatamente con la sensación de “llamada”. 

 

Enganchados a las redes sociales 

El uso de las redes sociales también puede traer consigo consecuencias nefastas si no se les da el uso adecuado, incluso pueden crear adicciones importantes “las redes sociales son una gran adición ya para muchas personas”, asegura Terrón. 

Además, en algunos casos, pueden provocar aislamiento social: “cuando utilizamos redes sociales de manera saludable no tendrían por qué crear aislamiento social si no lo hay previamente, de hecho, bien utilizadas fomentan el acercamiento a tus amigos e incluso creación de nuevos. Cuando el uso de las redes suple la faceta y el contacto social se pone de manifiesto un problema previo. En estos casos las redes sociales funcionan a modo sustitutivo, dejando en evidencia el problema subyacente”, añade. 

Las personas que constantemente comentan estados ajenos o propios, ponen frases o citas suelen tener una alta motivación por aparecer, por ser atendidas por tener un impacto en los demás, buscan la atención principalmente. Suele ser uno de los síntomas de estar enganchado/a a las redes sociales”, explica Amaya Terrón. 

Pero… ¿Cómo podemos saber si estamos enganchados al 2.0? Según la psicóloga, “en el momento que sentimos ansiedad o cierto grado de nerviosismo cuando no tenemos o prevemos que no vamos a tener acceso a ellas podemos decir que estamos enganchados”. 

“Hay personas que tienen la necesidad de estar continuamente activos en estas redes o simplemente encuentran que quieren compartir su día a día con el resto de amigos o contactos. Otras quizá quieran mantenerse en el centro de atención, o busquen algún tipo de impacto social. Otras quizá tengan la actividad como rutina y la repitan día tras día. Otras se sientan solas. Serán varios los motivos que hacen que una persona narre su vida de esta manera”, agrega. 

 

Cinco reglas para un buen uso de las redes sociales 

Para Amaya Terrón, estás serían cinco de las premisas fundamentales para utilizar correctamente las redes sociales y hacer un uso responsable y positivo de las mismas: 

  • Mantener el contacto con amigos y recuperar a viejos amigos.
  • No utilizar los medios como fuente de venganza y de provocación de daños.
  • No difundir habladurías malintencionadas ni imágenes de otras personas sin consentimiento.
  • No apoyar sentencias ni jactarse de venganzas por estos medios.
  • No basar tus opiniones y juicios a través de ellas.
  • Respeto y diversión serían el resumen de las cinco. 

 

Más peligro en niños 

Si para los adultos estar enganchado a Internet es peligroso, esto adquiere mayor relevancia cuando hablamos de menores. 

Una sobreestimulación del menor a Internet puede suponer una sobrecarga al sistema nervioso central que se puede manifestar en forma de intranquilidad, nerviosismo e irritabilidad, un uso excesivo puede acarrear consecuencias en su esfera social, provocando un aislamiento con sus coetáneos y retraso en el desarrollo de sus habilidades sociales, además se pueden crear malos hábitos a la hora de dormir”, alerta Amaya Terrón. 

Para evitarlo, la psicóloga recomienda a los padres estar atentos, controlar a lo que juegan nuestros pequeños, así como jugar con ellos. Jugar e interaccionar con ellos es beneficioso entre padres e hijos porque fomenta el apego y refuerza los lazos afectivos. Y de manera concomitante se controla el contenido y calidad del uso de Internet, ya que muchas veces ocurre que, sin ser conscientes de ello, pueden haberse bajado algún juego no apropiado para su edad, y esto hay que vigilarlo muy de cerca. 

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