Barcelona, 20 de noviembre 2007 - "El embarazo antes de los 18 y después de los 40" centró la sexta conferencia del ciclo "Visiones de la Ciencia", organizado por la Dirección de Cultura Científica del Institut de Cultura de Barcelona (ICUB) y la Xarxa de Biblioteques, con la colaboración del Instituto Novartis de Comunicación en Biomedicina (INCB).

El Dr. Joaquim Calaf, responsable del servicio de obstetricia y ginecología del Hospital de Sant Pau, fue el encargado de presentar y desarrollar la conferencia a los asistentes.

El embarazo a edades tempranas fue el punto de partida de la intervención del doctor Calaf: "Se trata de un problema social y no biológico" Médicamente esta situación no preocupa a los ginecólogos porque cuando la naturaleza permite que una persona se quede embarazada, es porque el cuerpo humano lo admite. De hecho, "la capacidad reproductiva es la única función del organismo que está limitada en el tiempo: no llega hasta la pubertad y termina con la menopausia", explicó.

En este caso, la naturaleza parece enfrentarse con el modo de vida de nuestra sociedad. "Tener hijos a edades tempranas entra en contradicción directa con el modelo social de los países occidentales. Sin embargo, incluso dentro de nuestra sociedad, para algunos grupos sociales como las personas de etnia gitana no es ningún problema", recordó. ¿Y para la medicina? "No hay ningún estudio que demuestre más riesgos en los embarazos antes de los 18 o 16 años", sentenció. El doctor Joaquim Calaf sólo señaló como situación peligrosa a la pubertad precoz: "cuando los mecanismos hormonales se ponen en marcha antes de que estén preparados".

Otra de las consecuencias de este modelo social es que en muchos embarazos en mujeres muy jóvenes, la opción que se suele imponer es la interrupción voluntaria del embarazo. Ante esta dinámica, el ginecólogo del Hospital de Sant Pau cree necesario una esfuerzo para "sensibilizar y dar una formación sólida a los adolescentes" para que afronten la sexualidad de una manera más madura.

En el otro lado de la balanza se sitúan los embarazos que se producen más allá de los 40 años. En este caso, las estadísticas son claras. "A partir de los 37-38 años se pierden muy rápidamente los ovocitos y la fertilidad comienza a descender. El periodo de fertilidad óptimo se da entre los 18 y los 37 años", señaló. Para incentivar los embarazos dentro de este margen, Joaquim Calaf apuntó la necesidad de poner en marcha algunas medidas de carácter social que permitan a las mujeres "tener una carrera profesional" sin que esto implique sacrificar los embarazos a una edad razonable. En este contexto, también recalcó que la coyuntura social que atraviesan los jóvenes en la actualidad "con muchas dificultades para acceder a la vivienda y para conseguir un trabajo estable" es un freno para que decidan tener un hijo.

En cuanto a las técnicas de reproducción asistida, el Doctor Calaf aseguró que han evolucionado mucho con el paso del tiempo y son cada vez más eficientes: "En 1992, se quedaban embarazadas el 18% de las mujeres que se sometían al proceso. En 2004, el porcentaje ha subido a un 34%. Es decir, en 12 años se ha duplicado la eficiencia de la técnica", señaló. Sin embargo, no es un recurso infalible y "a partir de los 37 años el éxito baja mucho y aumentan los abortos".

A pesar de estas estadísticas, las mujeres cada vez acceden más tarde a estos tratamientos con todas las dificultades y complicaciones que esto implica. En esta situación, la recomendación de los facultativos es inevitable: "Es mejor que las mujeres busquen los embarazos antes de la edad en que se buscan ahora. No respetar el reloj biológico en el sistema reproductivo tiene un coste alto", finaliza el Doctor Calaf.

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Entre sus prioridades se encuentran potenciar tanto la formación de profesionales de la comunicación, como fomentar y realizar programas y actividades de difusión de contenidos de salud, demandados cada vez más por parte de pacientes y de la sociedad en general. Este hecho supone un paso decisivo en la ayuda a la concienciación del valor y sostenibilidad de los sistemas sanitarios y de su dimensión real para los usuarios.