Notas de prensa
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El ejercicio físico es una posible herramienta terapéutica en pacientes con enfermedad injerto contra huésped
- El creciente número de pacientes que recibirán un trasplante en los próximos años hace necesaria la existencia de nuevas estrategias que mejoren su estado de salud y que alivien las complicaciones derivadas del deterioro de su capacidad física
- Estos estudios demuestran que el ejercicio aeróbico regular de intensidad moderada mejora la capacidad física de ratones con enfermedad injerto contra huésped, disminuye los niveles de inflamación sistémica y contribuye a la reconstitución de la función inmunitaria
- Añadir una intervención de ejercicio físico al tratamiento convencional con inmunosupresores mejoró la supervivencia y la evolución clínica de la enfermedad en un modelo murino de enfermedad injerto contra huésped crónica
Madrid, 03 de junio de 2013.- Dos estudios realizados por un grupo de investigadores liderados por Alejandro Lucía y Carmen Fiuza-Luces, del Centro de Excelencia de Investigación en Actividad Física y Deporte de la Universidad Europea, y el Dr. Manuel Ramírez, del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, han mostrado en modelo murino que la práctica de ejercicio físico podría mejorar la calidad de vida de pacientes con enfermedad injerto contra huésped.
A finales de octubre de 2012 se publicó en la revista científica Cell Transplantation, el estudio “Effects of exercise interventions in graft versus host disease models”. El estudio revela que el ejercicio físico es fundamental para afectados por la enfermedad injerto contra huésped, quienes gracias a un programa aeróbico regular lograrían mejorar su capacidad física y, por lo tanto, su calidad de vida.
En un segundo con el título “Exercise beneficts in chronic graft versus host disease: a murine model” se afirma que, en el caso de pacientes que sufren la forma crónica de la enfermedad y que están sometidos a tratamientos con inmunosupresores, el ejercicio regular y moderado, de acuerdo con las pautas consensuadas sobre actividad física en el marco de salud pública, puede reducir la mortalidad y mejorar el pronóstico de la enfermedad, contribuyendo a un aumento significativo en su estado de salud general. Este estudio ha sido premiado por el “Annual Meeting de la American Assotiation for Cancer Research”, siendo considerado uno de los mejores abstracts entre 6000, compitiendo con investigadores pertenecientes a entidades de la talla de Harvard, Mayo Clinic o Anderson.
La enfermedad injerto contra huésped presenta una incidencia entre el 50% y el 80% de los pacientes que reciben un trasplante alogénico de células madre hematopoyéticas, siendo la tasa de mortalidad a 5 años del 30-50% en su forma crónica. El tratamiento con inmunosupresores es actualmente la única opción terapéutica para estos pacientes aunque la tasa de éxito disminuye con el grado de severidad. A pesar del hecho que dichas terapias se han vinculado con efectos adversos en los sistemas implicados en la realización de actividad física (como son el sistema respiratorio, nervioso y circulatorio) y perjudican la capacidad muscular, los resultados de la intervención que se realizó en ratones fueron muy satisfactorios ya que consiguieron atenuar la naturaleza extremadamente debilitante de la enfermedad, reduciendo los niveles de inflamación y favoreciendo la reconstitución inmune post-trasplante.
Carmen Fiuza-Luces, primera autora de ambos estudios, afirma que “las propiedades terapéuticas asociadas con intervenciones no farmacéuticas como, por ejemplo, caminar 30 minutos al día, no solo suponen una mejora en la capacidad física y del estado de salud general, sino que disminuyen los niveles de inflamación sistemática y mejoran la función inmunitaria de los afectados por la enfermedad de injerto contra huésped”. Especialmente en el caso de enfermedades crónicas, la actividad física tiene un impacto beneficioso a través de un efecto acumulativo de secreción de sustancias antiinflamatorias que mejoran el pronóstico de la enfermedad y la imagen clínica de los pacientes. El ejercicio además puede disminuir algunos efectos de tratamientos médicos, como los anticancerígenos, aumentar la calidad de vida y facilitar la vuelta a la actividad cotidiana del paciente.
Debido a la alta probabilidad de crecimiento del número de pacientes que recibirán trasplantes en los próximos años para el tratamiento de desórdenes hematopoyéticos, neoplasias hematológicas e inmunodeficiencias, cada vez más son necesarias nuevas estrategias que mejoren el estado de los pacientes con enfermedad de injerto contra huésped, la complicación más grave consecuencia de la utilización del trasplante. Mientras que las tasas de aparición en la forma aguda han disminuido en la última década, las tasas de la enfermedad injerto contra huésped crónica se mantienen en altos niveles. Pese a que se están realizando numerosas investigaciones, dicha enfermedad sigue asociándose con una alta morbilidad y mortalidad, y con una disminución de la capacidad física de los pacientes.
La enfermedad de injerto contra huésped consiste en un grupo de manifestaciones clínicas e histológicas causadas cuando las células T inmunológicas del donante interactúan con antígenos del tejido del receptor, cuyo sistema inmune está suprimido y por tanto, reconocen sus tejidos como extraños. La enfermedad se caracteriza por una respuesta inflamatoria multiorgánica exacerbada que induce a lesiones en la piel, el hígado, los pulmones y el tracto intestinal. Este proceso se asocia con una capacidad funcional disminuida de los pacientes y a una escasa calidad de vida.
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