Notas de prensa
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Europa impulsa la primera vacuna contra la leishmaniasis humana atractiva para la industria y en la que participan Grupos españoles de la Red de Investigación Cooperativa en Enfermedades Tropicales (RICET)
Qué es la leishmaniasis
Las leishmaniasis son un grupo de enfermedades, causadas por diversas especies del género Leishmania, que producen cada año unos 2 millones de personas afectadas en más de 90 países. Alrededor de medio millón de estos casos son de leishmaniasis visceral, la forma más temible por ser mortal si no se trata a tiempo.
El protozoo parásito de la especie Leishmania es trasmitido por la picadura del hembra aparentemente inocuo de las especies Phlebotomus (en el viejo mundo) y Lutzomyia (en América), permitiendo que el parásito entre en nuestro organismo y se multiplique.
Por qué esta vez sí será una realidad
El proyecto, que acaba de comenzar, tiene una duración de cinco años. Es un proyecto multinacional en el que se parte de una serie de moléculas del parásito que provoca la enfermedad (antígenos) y también de una molécula del insecto vector (feblotomo).
Una parte muy importante de las posibilidades de éxito real que ha valorado la UE en este proyecto radica en las compañías y los grupos de investigación que se han juntado para desarrollarlo y que hacen que nazca con verdaderas posibilidades de que la vacuna en humanos se convierta en una realidad.
El coordinador del proyecto es Etna Biotech, empresa italiana que habitualmente trabaja en la producción de vacunas e inmunoterapias para enfermedades infecciosas que ha entendido que una vacuna contra la leishmaniasis humana puede tener interés comercial. Hasta ahora esta vacuna sólo se veía factible caso de que llegara a ser desarrollada desde los poderes públicos, dado que las industrias farmacéuticas no estaban interesadas en su distribución y comercialización. La leishmaniasis es una enfermedad desatendida. Inicialmente el interés comercial se centraría sobre todo en la India y en Brasil. Son países que representan a economías emergentes y donde hace unos años era imposible, pero ahora con el despegue económico los sistemas nacionales de salud sí podrían pagar este tipo de tratamientos. La vacuna, considerada una herramienta de salud pública, permitirá tener controlada la enfermedad aunque por el momento no se llegue a erradicarla. Hasta ahora la única institución que había dado pasos significativos en el desarrollo de una vacuna contra la leishmaniasis con posibilidades reales de aplicación en personas era el Instituto de Investigación de Enfermedades Infecciosas de Seattle y que aportará una de las moléculas que forman parte de la nueva vacuna, así como el adyuvante.
La dimensión del proyecto viene avalada por el resto de partners que lo integran. AMVAC, empresa suiza orientada al desarrollo de vacunas, se responsabilizarán del escalado y producción industrial atendiendo a las normas de calidad necesarias. El Instituto Superiore di Sanità (ISS) se ocupará del control de calidad. Desde el Instituto de Biología Molecular y Celular de Portugal se desarrollarán estudios preclínicos en ratones. En España, los grupos del Centro Nacional de Microbiología y el Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” ambos pertenecientes a la RICET, el primero realizará la evaluación de la vacuna en humanos, mientras que el segundo parote otra de las moléculas y llevará a cabo ensayos en ratones”, el Swiss Tropical and Public Health Institute (STPI) realizará los ensayos de fase I/II en personas y la empresa checoslovaca Meditox desarrollará los estudios de toxicidad en animales.
Diferencia con otros intentos
Lo que dentro del Séptimo Programa Marco de la Unión Europea más se ha valorado para conceder financiación a este proyecto es, según Francisco Javier Moreno que desarrolla su actividad en el Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, “El enfoque de desarrollo industrial de una vacuna contra la leishmaniasis en humano. En este proyecto hemos planteado utilizar tres antígenos que ya sabemos que funcionan en personas y además hay un plan para obtener una formulación definitiva que pueda producirse industrialmente”. Estas circunstancias permiten ser optimistas y pensar que a largo plazo se puede llegar a realizar los ensayos de fase III en zonas endémicas (que no están contemplados en este proyecto) si en estos ensayos se demuestra la eficacia de la vacuna se podría realizar el registro y empezar a usarla.
Cómo será la nueva vacuna
Es una vacuna contra la leishmaniasis visceral (no otros tipos de leishmaniasis) formada por cinco elementos, tres moléculas diferentes que cada una por separado ya ha demostrado anteriormente ser eficaz en humanos, más un adyuvante y un sistema de entrega constituido por y virosomas. El adyuvante (GLA- SE) potencia la capacidad protectora de esas tres moléculas. Además se necesitan un sistema de reparto o distribución. Son los virosomas que agrupan los antígenos de la vacuna para que sea más eficaz en su respuesta induciendo una respuesta tipo TH1, el tipo de respuesta inmune protectora frente a leishmaniasis que se busca introducir con esta vacuna.
Las grandes novedades que encierra esta vacuna
Además de que cada uno de sus cinco componentes ejerce efectos diferentes sobre el sistema inmunológico, la gran novedad de esta vacuna es que combina dos moléculas del parasito con una del vector (el flebótomo). Explica Javier Moreno que “Cuando te pica un flebotomo, la saliva de este flebotomo ayuda a la infección. Por eso se añade como novedad en esta vacuna la molécula del flebótomo que además de conseguir una defensa contra el parasito, logra una defensa contra la saliva del flebótomo, ayudando a que la respuesta inmune sea más eficiente. Así en el momento de la infección se consigue una respuesta rápida contra la picadura cortando la infección desde el principio.
A veces el sistema inmune reconoce el parasito varios días después, cuando ya hay bastante cantidad y ya se hace bastante patente. Si con esta vacuna consiguiéramos controlarlo desde muy al principio, la vacuna sería más eficaz”.
El punto crítico de la investigación
Según Javier Moreno “El punto crítico de este proyecto son los ensayos en fase I y II. Son ensayos de toxicidad y de inmunogenicidad que se realizan en personas y para hacerlo es necesario aportar las evidencias experimentales de que la vacuna funciona. Si en este proyecto no pusiéramos a hacer la vacuna desde cero tendríamos que recoger todas esas evidencias desde el principio y no nos daría tiempo, serían necesarios entre 10 y 15 años de desarrollo como otros medicamentos innovadores. Pero nosotros partimos de tres moléculas que ya han demostrado funcionar”.
Las fases del proyecto
El trabajo que van a desarrollar en los próximos cinco años pasará por las siguientes fases:
1. Ensayos de dosis y formulaciones en ratones.
2. Standarización de la producción industrial de los antígenos y la formulación.
3. Aspectos de calidad en la producción
4. Pruebas de toxicología en ratones y conejo.
5. Evaluación clínica en personas (3º,4º y 5º año)
¿Qué habrá dentro de cinco años que ahora no hay?
“Nacer con posibilidades convertirse en una realidad es lo que permite que una compañía farmacéutica apueste por esta vacuna e invierta grandes cantidades de dinero en un ensayo Fase III, es decir, ir a la población real y vacunar a dos mil o tres mil personas de una zona y ver con el tiempo cuanta protección frente a la enfermedad has conseguido. El coste de esto no es nada despreciable. Dentro de cinco años habrá la prueba de que una vacuna contra la leishmaniasis en personas no es tóxica, es capaz de inducir una repuesta protectora frente al parásito y que además es posible producirla de forma industrial” afirma Javier Moreno.
Esta investigación ha recibido financiación del Séptimo Programa Marco de acuerdo con la subvención del programa FP7/2007-2013 n ° 603.181.