Notas de prensa

  • 6 de febrero de 2014
  • 95

Nuevo método facilitará la medición de la fuerza de contracción del corazón

En gran parte de las enfermedades cardiacas y en muchas no cardiacas, como la cirrosis hepática, la insuficiencia renal o el tratamiento del cáncer con quimioterapia, el pronóstico y la toma de importantes decisiones clínicas se establece en función del análisis de la fuerza que ejerce el corazón al contraerse.

La medida de la fuerza contráctil del ventrículo izquierdo se calcula habitualmente mediante el análisis de imágenes obtenidas por ultrasonidos (ecocardiografía) o por resonancia magnética, del corazón en movimiento. Pero el estudio de estas imágenes es muy complicado porque los cardiólogos deben ser capaces de separar la capacidad de contracción del ventrículo de las condiciones en las que trabaja.

Los dos factores que más complican esta medición son la postcarga y la precarga. La postcarga es la fuerza que se opone a la salida de sangre del ventrículo izquierdo y está fundamentalmente influida por la presión arterial. La precarga es la cantidad de sangre con la que se llena el ventrículo izquierdo antes de empezar a contraerse y sirve para que el corazón se autorregule para no sobrecargarse de sangre.

Investigadores de la Red de Investigación Cardiovascular (RIC), coordinados por la Dra. Raquel Yotti y el Dr. Javier Bermejo, han desarrollado un método original e innovador, que permitirá realizar una medición más exacta utilizando ultrasonidos. Este método se basa en medir las diferencias de presión que el ventrículo es capaz de generar en las distintas zonas de su cavidad (entre el ápex y el tracto de salida), lo cual se consigue aplicando principios básicos de dinámica de fluidos al flujo de la sangre en el interior del ventrículo. Para validar el nuevo método, utilizaron catéteres de presión-conductancia conectados a un procesador de conductancia de doble campo, catéteres que permiten medir simultáneamente la presión y el volumen en el interior del ventrículo.

El trabajo recientemente publicado demuestra que el nuevo procedimiento es más exacto, más sensible y menos afectado por las condiciones de carga de un determinado momento que todos los procedimientos utilizados hasta ahora para medir la fuerza de contracción del ventrículo izquierdo en el ámbito clínico. Concretamente el índice de esta técnica llamado EIVPD mostró la correlación más estrecha con el índice obtenido mediante cateterismo cardiaco (considerado el “patrón oro” para cuantificar la contracción del ventrículo). Además el coeficiente de correlación de Pearson fue de 0.75 para el EIVPD mientras que fue inferior a 0.5 para el resto de los índices ecocardiográficos analizados. Al analizar los determinantes hemodinámicos de los diferentes índices ecocardiográficos de función ventricular mediante regresión múltiple, se demostró que EIVPD no estaba asociado a la precarga o postcarga, mientras que otros índices de función ventricular como la fracción de eyección y el strain están estrechamente asociados a la postcarga.

Puesto que el método propuesto por los investigadores del Hospital Gregorio Marañón es muy barato y reproducible, son muchísimos los pacientes que por tener patologías con condiciones de precarga y postcarga alteradas podrán beneficiarse de este hallazgo (insuficiencias valvulares, enfermedades congénitas del corazón, cirrosis hepática, insuficiencia renal crónica, fistulas arterio-venosas,etc).

Entre los próximos objetivos de estos investigadores de la RIC se encuentra la aplicación de esta nueva técnica al diagnóstico precoz de la toxicidad cardíaca provocada por los tratamientos de quimioterapia. La principal causa de muerte en mujeres con cáncer de mama detectado precozmente, son los eventos cardiovasculares secundarios al daño miocárdico que pueden provocar los tratamientos de quimioterapia.

Los recientes avances en el tratamiento del cáncer, fundamentalmente del cáncer de mama y de los tumores hematológicos, han permitido obtener un alto porcentaje de curaciones. Sin embargo, varios de los fármacos utilizados para el tratamiento oncológico pueden producir como efecto secundario daño en el corazón. En los últimos años se está observando un aumento significativo de estos casos. En una mujer con cáncer de mama que esté recibiendo un tratamiento con quimioterapia eficaz para curar su enfermedad, decidir si dicho tratamiento tiene o no que interrumpirse porque está produciendo un efecto tóxico sobre el corazón, requiere un equipo médico con mucha experiencia y una técnica que permita de forma muy fiable tomar una decisión tan complicada clínica y humanamente.

Referencia bibliográfica: Circ Cardiovasc Imaging. 2014 Jan 1;7(1):164-72

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