Notas de prensa
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Más de la mitad de las recaídas en cáncer de mama se producen a los dos o tres años del diagnóstico
Una vez finalizado el tratamiento la mujer tiene que convivir con el miedo y la incertidumbre de que el tumor vuelva a aparecer
Una actitud positiva, compartir vivencias con mujeres que han pasado por lo mismo o la confianza en el equipo médico ayuda a afrontar la situación
La seguridad del paciente debe ser un pilar básico desde el que mejorar y garantizar su calidad de vida
En la actualidad, la tasa de las pacientes que superan un cáncer de mama aumenta progresivamente. Los tratamientos disponibles hacen que la mayoría pasen de ser pacientes de cáncer a vencer la enfermedad. Sin embargo, una vez superada, las mujeres se enfrentan a la incertidumbre de que el tumor puede volver a aparecer y a las secuelas de los tratamientos. En la actualidad, aproximadamente un 40% de las mujeres con cáncer de mama sufre una recaída, lo que en más de la mitad de los casos se produce transcurridos dos o tres años del diagnóstico. Una situación que, en palabras de la doctora Laura García Estévez, del Centro Integral Oncológico Clara Campal (CIOCC), supone un duro golpe emocional para las pacientes y más, explica, “cuando desde el momento del diagnóstico le transmitimos la posibilidad de curación. Si bien es cierto que en algunos casos, por el tipo de tumor o la afectación ganglionar que ha producido, es previsible el riesgo de recaída, en otros el tumor nos sorprende”.
Cómo afrontar una recaída, los efectos adversos a medio/largo plazo de los tratamientos o cuáles son los factores que contribuyen a que la paciente y su entorno se sientan seguros, son algunos de los temas relacionados con el día a día de esta enfermedad, y que han sido abordados durante el Simposio “Conviviendo con el cáncer de mama”. Este encuentro se ha celebrado en el marco del VIII Simposio Internacional de Cáncer de Mama: Navegando hacia el futuro del cáncer de mama del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM) que se acaba de celebrar en La Coruña y al que han asistido más de 350 expertos para analizar los últimos avances en la detección y manejo de este tumor.
Apoyo emocional y psicológico
El cáncer de mama es una enfermedad en la que tanto su propio diagnóstico como el hecho de tener que enfrentarse a ello implican un fuerte impacto emocional para la paciente. Un momento que se repite cuando tiene lugar una recaída, “aunque estés mejor informada y seas más consciente y realista de lo que implica. Y puesto que no podemos evitar que cada día se diagnostiquen nuevos casos, como grupos de apoyo sí podemos hacer de esta enfermedad algo menos traumático de cara a la paciente”, afirma Josefa Acuña, presidenta de la Asociación ADICAM de Cangas (Pontevedra) que forma parte de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA).
No obstante, hay mujeres que por su propio carácter son más fuertes mentalmente, lo que unido a un buen soporte familiar hace que por sí mismas no vean necesario recibir ayuda psicológica. Sin embargo, como explica la doctora García Estévez, “aunque no todas la mujeres solicitan un apoyo específico, el tratamiento psicológico siempre debería formar parte del tratamiento multidisciplinar del cáncer de mama, ya que una actitud positiva ayuda mucho a sobrellevar el tratamiento. Una actitud que también debemos mantener todo el equipo médico”.
Para Josefa Acuña, “el compartir vivencias, información y ganas de vivir con otras personas que han pasado por lo mismo es una de las mejores maneras para hacer frente al cáncer de mama”.
Inseguridades e incertidumbres
Las secuelas derivadas de la propia enfermedad son múltiples, ya sean de tipo físico, psicológico, social o laboral. En este contexto, Áurea González, de la Asociación Gallega de Mujeres Afectadas por Cáncer de Mama Punto y Seguido integrante también de FECMA, asegura que la vida cambia en muchos aspectos. “La enfermedad es un continuo aprendizaje, cambia el concepto del tiempo, reordena nuestras prioridades y escala de valores, modifica la manera de relacionarnos y tenemos que enfrentarnos a una nueva imagen, motivada por la caída del cabello o el sobrepeso. A todo ello se une que hay que aprender a convivir con los efectos secundarios del tratamiento, como son el cansancio las molestias óseas o la menopausia precoz entre otros”, comenta Áurea.
Por todos estos aspectos resulta fundamental la seguridad de la paciente. Como explica el doctor José Manuel López Vega, del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander y miembro de GEICAM, “ante el impacto que supone en un primer momento el enfrentarse al desconocimiento sobre la propia enfermedad, es necesario favorecer que, tanto el enfermo como su entorno, se sientan seguros. Esto implica que desde el punto de vista asistencial se garantice el correcto cumplimiento de todos los procedimientos diagnósticos y terapéuticos, y la paciente esté debidamente informada”.
¿Qué me va a pasar?; ¿Qué es la quimioterapia?; ¿Y la metástasis?; ¿Debo cambiar mi alimentación? Estos son algunos de los interrogantes que surgen ante la enfermedad y a los que es importante responder, ya que sino acentúan la inseguridad e incertidumbre de las pacientes. Además, gracias a los avances en el diagnóstico y el tratamiento, tanto la esperanza de vida como la probabilidad de curación es mayor, por lo que surge una nueva figura: la “superviviente de cáncer” y un nuevo reto asistencial: “la vida después del cáncer”. “Este nuevo perfil supone afrontar revisiones periódicas, efectos secundarios de los tratamientos, nuevos hábitos de vida, etc. Unas necesidades que requieren ser atendidas y para lo que es necesario plantearse la creación de unidades de seguimiento a largo plazo, también llamadas unidades de supervivientes, como ya se está haciendo en algunos países”, explica Áurea.
Una vez finalizado el tratamiento oncológico, es importante mantener revisiones periódicas. “Es obligada una visita médica con la realización de un examen físico cada seis meses y hacer una mamografía anual. Muchas mujeres padecen algunas complicaciones asociadas al tratamiento como insomnio, anemia o sofocos, pero que se suelen superar pasado un tiempo y su vida llega a ser prácticamente normal”, afirma el doctor López Vega.
En todo este contexto, resulta clave la labor de las asociaciones de pacientes. “Y es que la información sigue siendo, a día de hoy, la mejor herramienta para hacer frente a la enfermedad, ya que un paciente informado es un paciente seguro”, concluye Áurea González.