Notas de prensa
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Los agonistas dopaminérgicos orales pierden eficacia a largo plazo y provocan potenciación de los síntomas en el tratamiento del Síndrome de Piernas Inquietas
§ El Síndrome de Piernas Inquietas se caracteriza por la imperiosa necesidad de mover las piernas, frecuentemente acompañada de sensaciones molestas en los estados de reposo, sobre todo por la tarde/noche, lo que provoca gran dificultad para conciliar y mantener el sueño
§ Pese a que se trata de una enfermedad crónica con importantes complicaciones a largo plazo, los estudios de tratamiento se basan en periodos de seguimiento muy cortos. Los expertos advierten que los agonistas dopaminérgicos orales pierden su eficacia a los seis meses de iniciar la terapia
§ El Síndrome de Piernas Inquietas ha cambiado de nombre para conocerse como la Enfemedad de Willis-Ekbom, en honor a los dos investigadores que describieron este trastorno por primera vez
Hasta ahora, las investigaciones se han centrado en conocer al detalle las repercusiones inmediatas del SPI sobre la calidad de vida, el sueño y el malestar de los pacientes. Sin embargo, en los últimos años se ha observado que las personas con Síndrome de Piernas Inquietas crónico tienen hasta 2-2,5 veces más probabilidades de desarrollar una cardiopatía, mientras que el riesgo de hipertensión arterial aumenta también hasta 1,5 veces más frente a la población sin SPI. Los pacientes con esta enfermedad también tienen un riesgo superior a padecer enfermedades cerebrovasculares, diabetes u obesidad. “De alguna forma, el SPI crónico acentúa notablemente las posibilidades de tener una enfermedad cardiovascular o síndrome metabólico a largo plazo”, analiza el Dr. Diego García-Borreguero, presidente de la Sociedad Española de Sueño.
Frente a estas importantes complicaciones a largo plazo, los estudios sobre nuevos tratamientos se han basado en periodos de tiempo muy cortos, fundamentalmente de 12 semanas, para ropinirol y pramipexol, dos de los agonistas dopaminérgicos orales más comercializados. “Existe una contradicción entre la existencia de una enfermedad con importantes riesgos sobre la salud a largo plazo y que requiere de terapia farmacológica crónica en el 70% de los casos, y el hecho de que los estudios realizados sobre tratamiento, en su inmensa mayoría, están realizados sobre periodos de tiempo que raramente superan los tres y seis meses”, argumenta el especialista.
Los últimos estudios que se han llevado a cabo en este último año se han realizado a seis meses con estos dos agonistas dopaminérgicos orales. En ellos se demuestra que aunque la eficacia terapéutica de estos dos fármacos a los seis meses sigue siendo superior a la de placebo, es claramente inferior a la demostrada a las 12 semanas, lo que indica una pérdida de eficacia progresiva.
En consonancia con estos datos, existen estudios retrospectivos realizados en periodos de tiempo de cinco y diez años sobre estos dos fármacos que muestran que la pérdida de eficacia farmacológica en periodos tan largos aumenta con el tiempo. “Y no solo eso, sino que se ha demostrado que el porcentaje de pacientes en los que se da una pérdida total de eficacia o incluso un empeoramiento de los síntomas (complicación llamada “potenciación dopaminérgica”) puede presentarse en el 20 al 40% de los pacientes, tanto con ropinirol como con pramipexol”, comenta García-Borreguero. Con estos datos en la mano, los especialistas reconocen que los fármacos agonistas dopaminérgicos orales aprobados en la Unión Europea están insuficientemente estudiados en lo que se refiere a su eficacia a largo plazo. “Han aparecido complicaciones que solo después de su aprobación han sido detectados, lo que tiene una especial relevancia, ya que hablamos de una enfermedad crónica en la que vamos a necesitar tratamiento a largo plazo y son los únicos fármacos orales que están ahora mismo en el mercado”, indica el presidente de la SES.
Además de la pérdida de eficacia, los agonistas dopaminérgicos orales han demostrado provocar el síndrome de potenciación: “en concreto, un estudio reciente sobre ropinirol demuestra que aproximadamente un 8% de los pacientes tratados con este agonista comienza a presentar los primeros síntomas de potenciación al año de iniciar el tratamiento, y que esta cifra se incrementa con el tiempo. De alguna manera, con el tiempo el fármaco puede en tales casos no solamente dejar de tener eficacia sino que incluso empeora el cuadro. Estos datos revelan una necesidad muy evidente de alternativas terapéuticas a estos fármacos orales”, apunta el especialista.
Enfermedad de Willis-Ekbom
Durante la jornada, los especialistas de la Sociedad Española de Sueño también han querido incidir en el cambio de nomenclatura del SPI que se ha producido en los últimos meses. Siguiendo la recomendación del Grupo Internacional para el Estudio del SPI (IRLSG, por sus siglas en inglés), este trastorno ha pasado a denominarse ‘Enfermedad de Willis-Ekbom’. “Creemos que Síndrome de Piernas Inquietas solo hace referencia a uno de los síntomas y que deja fuera aspectos clave como el dolor o la inquietud en brazos, por lo que consideramos que es una descripción incompleta”, explica el Dr. Garcia-Borreguero.
Por otro lado, el término ‘síndrome’ identifica a un grupo de síntomas que aparecen conjuntamente, pero en los cuales su fisiopatología no es conocida o no es común. “Al denominarla ahora enfermedad reconocemos los avances en la investigación, de manera que ya tenemos un conocimiento bastante profundo y contrastado de este trastorno”, indica el presidente de la SES. Finalmente la denominación de Enfermedad de Willis-Ekbom hace honor a los dos investigadores que consiguieron describirla por primera vez.
El Síndrome de Piernas Inquietas o Enfermedad de Willis-Ekbom se considera una patología muy frecuente que afecta a alrededor del 3% de la población española, y que con mucha frecuencia no es diagnosticada correctamente. Generalmente, se presenta en mujeres de entre 30 y 50 años, aunque también puede aparecer en hombres y durante la adolescencia. Los pacientes con SPI tienen dificultad para dormir y problemas para permanecer inmóviles, lo que los limita en su vida diaria para permanecer en reposo, sobre todo al atardecer, con importantes limitaciones funcionales en la vida diaria. Como consecuencia a la falta de sueño, tienen cansancio excesivo y alteraciones cognitivas durante el día.
Sociedad Española de Sueño
La Sociedad Española de Sueño se creó en 1991 y a día de hoy constituye el principal referente en España en materia de investigación e impulso de la medicina del sueño. Como sociedad científica cumple la finalidad de aunar a todos los profesionales de la salud e investigadores especializados en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos del sueño desde sus diferentes disciplinas médicas (neumología, neurología, neurofisiología, psiquiatría, odontología, pediatría, otorrinolaringología, atención primaria, enfermería, etc.).
En la actualidad, cuenta con más de 300 asociados. A través de diversos grupos de trabajo especializados en diferentes aspectos del sueño, la Sociedad fomenta la investigación científica y la búsqueda de nuevos indicios que puedan ayudar a la mejora de la calidad de vida de las personas que viven con un trastorno del sueño.