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OmnicomPRGroup
- 19 de marzo de 2025
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Además de ser esencial para la salud ósea, la vitamina D ayuda a equilibrar las respuestas inmunológicas y minimizar el daño causado por el estrés celular
La vitamina D parece jugar un papel importante en la regulación del sistema inmunitario
Su capacidad para mejorar la respuesta antivírica se debe principalmente a su influencia en la reprogramación epigenética y metabólica de las células inmunológicas, lo que les permite responder de manera más efectiva a las infecciones
La vitamina D, que en realidad es un complejo sistema hormonal que el cuerpo necesita para mantener una buena salud general, desempeña un papel crucial como modulador del sistema inmunitario, equilibrando las respuestas inmunológicas y minimizando el daño causado por el estrés celular. “Además de ser esencial para una buena salud ósea, la hormona D también parece desempeñar un papel importante en el sistema inmunitario ya que actúa, a nivel macro, regulando la inmunidad y el eje cerebro-intestino y, a nivel micro, gestionando las respuestas celulares al estrés”, explica la Dra. Silvia Sánchez-Ramón, jefa del Servicio de Inmunología Clínica del Hospital Clínico San Carlos y del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
La vitamina D tiene efectos antimicrobianos directos importantes, lo que incluye la inducción de proteínas como la catelicidina y la beta-defensina, que son eficaces frente a una amplia gama de patógenos, tanto bacterianos como víricos. Estas proteínas antimicrobianas no solo neutralizan directamente a los microorganismos, sino que también promueven la quimiotaxis de las células inmunitarias, como neutrófilos y macrófagos, lo que mejora la eliminación de las células infectadas y estimula una respuesta inflamatoria adecuada.
En el ámbito de la inmunidad innata, se ha observado que la vitamina D potencia la capacidad bactericida de las células inmunitarias innatas -como los macrófagos- para combatir los patógenos presentes en el organismo humano. Además, su capacidad para mejorar la respuesta antiviral se debe principalmente a su influencia en la reprogramación epigenética y metabólica de las células inmunológicas, lo que les permite responder de manera más efectiva a las infecciones; a la modulación de receptores de reconocimiento de patrones y a la liberación de péptidos antimicrobianos como la catelicidina, que tiene propiedades antivirales directas.
“Es importante tener en cuenta que ese papel inmunomodulador de la vitamina D puede potenciar una respuesta inmunológica adaptativa para prevenir esa sobreactivación que conduce a la inflamación crónica y a las enfermedades autoinmunes”, avanza la especialista.
Papel del sistema endocrino de la vitamina D en las enfermedades autoinmunes
En el contexto de las enfermedades autoinmunes, la vitamina D además de desempeñar un papel protector al modular la respuesta inmunitaria, también parece reducir la frecuencia de brotes en algunas enfermedades autoinmunes, como el lupus eritematoso sistémico y enfermedad inflamatoria intestinal, mientras que la evidencia en la esclerosis múltiple no es concluyente. Esto se logra a través de su capacidad para favorecer un ambiente más tolerogénico en el cuerpo, reduciendo la inflamación y potenciando las respuestas reguladoras en lugar de las proinflamatorias.
Es común encontrar deficiencias de vitamina D en pacientes con trastornos inmunitarios, “posiblemente debido a la menor exposición al sol y a factores genéticos que afectan a su metabolismo”, valora la especialista, quien continúa: “Esto justifica la evaluación y la suplementación adecuada, que debe considerarse cuidadosamente para cada uno de los pacientes, según la determinación de sus niveles basales y su posible respuesta a la suplementación”.
Por eso, la suplementación de vitamina D debe ajustarse individualmente para optimizar los beneficios inmunomoduladores sin exceder los límites que podrían inducir efectos adversos. Existen recomendaciones específicas para la suplementación con vitamina D, particularmente en poblaciones con deficiencia o insuficiencia, y, en este sentido, la dosificación y el régimen adecuados dependen de varios factores, incluyendo los niveles basales de 25-hidroxivitamina D y la presencia de otras comorbilidades.
Para la experta, la investigación continua sobre el papel de la vitamina D en la inmunidad puede abrir nuevas estrategias a futuro. “Desde luego, el estudio detallado de su impacto en la regulación epigenética y metabólica ofrece potencial suficiente como estrategia terapéutica para desarrollar intervenciones más específicas y efectivas”, ultima la Dra. Sánchez-Ramón.
Con la mirada puesta en el futuro más próximo, la especialista finaliza: “Sería bueno contar con mucha más investigación sobre los mecanismos de acción de la vitamina D, protocolos, directrices… que nos ayuden en su conjunto a tomar la mejor decisión para la suplementación de nuestros pacientes con trastornos inmunitarios”.