Notas de prensa

  • 11 de marzo de 2008
  • 150

Expertos analizan las similitudes entre biosimilares en el marco del congreso europeo de farmacéuticos de hospital

La glucosilación determina la actividad biológica de las proteínas y, tanto en cuanto dos epoetinas biosimilares tengan perfiles de glucosilación distintos, los efectos del producto original poco tendrán que ver con los del producto biosimilar

De los biosimilares, al contrario que en el caso de los genéricos, conviene destacar que son sólo fármacos similares y no idénticos

Los agentes biológicos son menos fáciles de analizar y caracterizar que los no biológicos, menos predecibles en cuanto a eficacia y seguridad, menos regulados por ley y con un menor aval científico

Huub Schellekens, especialista en ciencias farmacéuticas de la Universidad de Utrecht (Holanda) dio inicio a un reciente simposio de Amgen orientado a los medios de comunicación y a propósito de una nueva categoría de agentes farmacológicos; los llamados ?biosimilares?. ?¿Cuan similares son, en realidad, los fármacos biosimilares??, se preguntó nada más empezar Schellekens. Aseguró que los biosimilares difieren de cualquier otra categoría convencional de agentes, incluso en su proceso de investigación y desarrollo.
?La producción y purificación de todos los agentes biológicos es un proceso tan complicado que hacen falta más de 100 pruebas de calidad para certificar la validez de cada nueva molécula y, en la manufacturación del producto, las pruebas a superar son ya más de 2.000.?

No hay genéricos para los biológicos, subrayó el moderador, acudiendo al documento Guidelines on Similar Biological Medicinal Products producido por la EMEA para explicar que los agentes biológicos son moléculas de tamaño muy grande y de producción única, por lo que resultan prácticamente imposibles de mimetizar. ?Modificaciones post-traslacionales a dichos productos no harían sino aumentar su complejidad, al mismo tiempo que una pegilación afectaría a sus propiedades de anclaje y darían al traste con su eliminación metabólica.?

Las herramientas de análisis empleadas en la producción de agentes farmacológicos, añadió Schellekens, son entre diez y cien veces menos sensibles con los fármacos biológicos que con los no biológicos y, a su elevada complejidad, cabe añadir una menor estabilidad físico-química. ?Los biológicos son muy heterogéneos; por ejemplo, la glucosilación de epoetinas biosimilares es distinta para cada caso.? Pequeñas modificaciones en la estructura de estos compuestos se saldan con cambios en la identificación de proteínas, reconocimiento y unión a ligandos, actividad biológica, estabilidad, farmacocinética e inmunogenicidad. ?Estas circunstancias pueden motivar, entre otras cosas, que el fármaco glucosilado pierda hasta un 20% de actividad.?

La glucosilación, concluyó Schellekens, determina la actividad biológica de las proteínas y, tanto en cuanto dos epoetinas biosimilares tengan perfiles de glucosilación distintos, los efectos del producto original poco tendrán que ver con los del producto biosimilar. En el caso de pacientes tratados con un agente biológico y en los que se desee sustituir dicho agente por un biosimilar, subrayó, ?deberán monitorizarse a conciencia todas las variables analizables?.
Perspectiva económica

Thomas Bols, director de Asuntos Gubernamentales de Amgen ?Europa, coincidió con Schellekens en que los fármacos biotecnológicos difieren de los demás agentes tanto por propiedades moleculares como por el proceso de producción seguido en su manufactura.

?De los biosimilares, al contrario que en el caso de los genéricos, conviene destacar que son sólo fármacos similares y no idénticos.? Admitió el ponente que ajustar el valor de un fármaco a su precio en el mercado es sumamente complicado. ?Deben tenerse en cuenta aspectos como déficit en dosis, costes escondidos, beneficio causado en el paciente, etc.?

Según Bols, por más que en los sistemas europeos de seguridad social el coste de un fármaco no tenga un impacto directo sobre el paciente comprador, sí tiene un claro impacto en el conjunto de la sanidad. ?Lo cierto, de momento, es que si uno evalúa el impacto de la prescripción de biosimilares en la hoja de gastos de las sanidades europeas, se trata de un impacto más bien discreto, por el simple hecho de que el gasto farmacéutico en general cada vez ocupa menos espacio en las partidas sanitarias presupuestadas.?

Aun así, el ponente convino en que existe una feroz e injustificada competencia de precios en el mercado.

Concluyó Bols que dicha competencia puede originar que los costes finales de los biosimilares acaben disparándose a la larga en los presupuestos de los sistemas sanitarios, basándose en partidas de regulación de etiquetados, farmacovigilancia, logística y gestión de posibles riesgos.

Para el farmacéutico de hospital

John Lisman, abogado del bufete NautaDutilh y consultor gubernamental en temas sanitarios, incidió una vez más en que los biológicos son un caso aparte en la farmacopea hospitalaria, ?menos fáciles de analizar y caracterizar, menos predecibles en cuanto a eficacia y seguridad, menos regulados por ley y con menor aval científico?.

Asumiendo que los genéricos son copias de una determinada molécula, entre los biosimilares Lisman destacó que no existe ni siquiera una bioequivalencia, ?lo que obliga a una regulación legal distinta?.

Puso el ejemplo de la sustitución de un agente biológico por un biosimilar en un paciente concreto. ?No disponemos de evidencia científica que apoye una supuesta equivalencia de productos, tampoco con respecto a los efectos a largo plazo de dichos agentes; los nombres que figuran en el etiquetado no designan si se trata de un agente biológico original o de un biosimilar.?

Lisman fue más allá y puso en duda que los agentes biológicos deban siquiera catalogarse como fármacos, y se mostró particularmente preocupado por los cambios inducibles en cuanto a inmunogenicidad.

El farmacéutico de hospital, reivindicó, debe hacer en estos casos un seguimiento del paciente y una monitorización de la eficacia y la seguridad del agente empleado, ?asesorando a pacientes, médicos y gestores hospitalarios sobre qué va bien y qué va mal, ajustando la adquisición de productos a los resultados y la experiencia obtenida.?

Habida cuenta de que los agentes biológicos suponen una herramienta cada vez más imprescindible para el tratamiento de enfermedades graves, Lisman hizo un llamamiento a valorar también los riesgos que la incorporación de estos agentes suponga en términos clínicos y reglamentarios, ?haciendo necesario un mayor flujo comunicativo entre médicos prescriptores, farmacéuticos y pacientes?.

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