Notas de prensa

  • 6 de octubre de 2014
  • 141

Madrid acoge el XXI Curso Nacional de Trastornos del Movimiento para neurólogos y residentes de neurología y otras especialidades con interés en el mismo

  • Los trastornos del movimiento afectan gravemente a la calidad de vida de casi un millón de personas en España, dificultando sus actividades cotidianas 
  • La formación de los neurólogos y residentes es fundamental  para un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado de los pacientes

Madrid, 6 de octubre de 2014- Expertos especializados en los diferentes trastornos del movimiento, como la enfermedad de Parkinson, y neurólogos en formación procedentes de toda España se han dado cita en Madrid con motivo del XXI Curso Nacional de Trastornos del Movimiento. Esta actividad formativa, organizada con el aval docente de la SEN (Sociedad Española de Neurología) y el GETM de la misma (Grupo de estudios de Trastornos del Movimiento), tiene como objetivo abordar las últimas novedades en cuanto al diagnóstico, diagnóstico diferencial , tratamiento e investigación de los Trastornos del Movimiento, así como compartir con otros profesionales experiencias de su práctica clínica diaria e incrementar el conocimiento de los residentes de neurología y otras especialidades afines  (psiquiatría, rehabilitación, etc…). 

Los trastornos del movimiento son un conjunto de enfermedades neurológicas que afectan a más de un millón de personas en España, y se caracterizan por la dificultad o incapacidad para realizar correctamente actividades motoras, ya sea por lentitud o escasez de movimientos (acinesia, cuyo máximo exponente es la enfermedad de Parkinson),o  por un exceso de movimientos o movimientos anormales involuntarios (entre las que destacan el temblor, la distonía, la corea de Huntigton y otras coreas o los tics). Las distonías son trastornos en los que contracciones involuntarias de los músculos causan torceduras y movimientos repetitivos, el corea se caracteriza por movimientos involuntarios breves de la parte distal de las extremidades y la cara (baile de San Vito), los tics  y las mioclonias son movimientos involuntarios, breves, bruscos y repentinos, a modo de sacudida, las ataxias provocan torpeza y descoordinación del movimiento y el  temblor no necesita presentación por haber sido experimentado por todas las personas en alguna ocasión.  

Además de afectar a la velocidad, fluidez o suavidad, calidad y facilidad de movimiento, estas patologías influyen gravemente en la calidad de vida de las personas que los padecen dificultándoles la realización de actividades de su vida diaria. En este sentido, el doctor Gurutz Linazasoro, Presidente Ejecutivo de la Fundación Inbiomed y Director Científico de la Fundación CITA de San Sebastián, destaca que “es fundamental que los residentes en neurología y los neurólogos, en general, posean la formación necesaria para el diagnóstico y tratamiento de estas patologías, que tantas limitaciones causan en la población que las padece. Con este curso no solo se pretende adquirir conocimientos básicos, sino también proporcionar a los neurólogos en formación una visión amplia y práctica de los trastornos del movimiento, lo que les permitirá mejorar sus conocimientos y habilidades, imprescindibles para su práctica clínica diaria”. 

Por otro lado, las enfermedades que cursan trastornos del movimiento representan un elevado porcentaje dentro de los problemas neurológicos en general (más de un 20%), como es el caso de la enfermedad de Parkinson. Concretamente, el Párkinson es una patología neurodegenerativa, crónica e invalidante. Se caracteriza por una serie de síntomas motores como lentitud en los movimientos, temblor, rigidez e inestabilidad postural, y también por síntomas no motores como son los trastornos del sueño, estreñimiento, problemas visuales, respiratorios, urinarios y cognoscitivos. Además, genera problemas psicológicos como depresión (entre el 25 y el 70% de los afectados la manifiestan) apatía, ansiedad o irritabilidad. 

A medida que la enfermedad progresa, se vuelve cada vez más incapacitante. Ya en los primeros cinco años de diagnóstico, esta incapacidad genera que un 42% de los pacientes requiera de un cuidador; pasados los 10 años de diagnóstico, el porcentaje asciende al 73%[i]. Asimismo, en estados avanzados, concretamente el 10% de los pacientes diagnosticados, no responden adecuadamente a los fármacos orales disponibles, aumentando la discapacidad y empeorando su calidad de vida. 

En este sentido, uno de los temas que se han abordado en el curso tiene que ver con las últimas novedades en cuanto a los tratamientos para el Párkinson avanzado. Según el doctor Javier López del Val, responsable de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza  “las tres terapias alternativas más importantes en la fase avanzada de la enfermedad son el tratamiento con apomorfina, la bomba de infusión intestinal de levodopa/carbidopa y la cirugía. Asimismo, existen otros tratamientos para el Párkinson como la terapia génica pero aún están en fase de investigación”

En definitiva, gracias a este tipo de cursos los especialistas adquieren un mayor conocimiento del abordaje de los trastornos del movimiento, lo que conlleva a un mayor aprovechamiento de los recursos, y en definitiva, a una mejor calidad en la atención de los pacientes.

 

Acerca  de la enfermedad de Parkinson (EP) 

La EP es una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso central que afecta el área encargada de coordinar la actividad y el tono muscular y los movimientos. Se estima que afecta a 150.000 personas en España, cifra que se prevé vaya en aumento como consecuencia del envejecimiento progresivo de la población. Esta alteración neurodegenerativa, la segunda más frecuente, es de causa desconocida y de curso crónico y progresivo. La edad media de aparición es 60 años, aunque en 1 de cada 5 personas es diagnosticada antes de los 50. 

La EP se manifiesta cuando unas células en el área del cerebro, denominada “sustancia negra” dejan de funcionar y mueren. Estas células son las responsables de producir una sustancia llamada dopamina. La dopamina es un neurotransmisor, o mensajero químico, que transmite la información a las zonas del cerebro que controlan el movimiento y la coordinación. En los pacientes con EP, las células productoras de dopamina comienzan a morir, lo que provoca la reducción del neurotransmisor en determinadas estructuras cerebrales. 

A medida que la enfermedad progresa, los fármacos convencionales pierden eficacia, haciéndose necesario el empleo de terapias avanzadas (estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico, o infusiones continuas de levodopa o apomorfina). Los beneficios que aportan estas terapias al paciente influyen positivamente en su calidad de vida. 



[i] Estudio Época_http://www.fedesparkinson.org/upload/20140306103323.pdf 

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