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No somos máquinas programadas por nuestros genes, sino que podemos decidir entre el bien y el mal
El antropólogo de la UB Carlos Lalueza y el director de la Cátedra "El Cerebro Social" de la UAB, Óscar Vilarroya, analizan la relación entre la genética y el comportamiento de los seres humanos.
Las últimas investigaciones científicas consideran que incluso el altruismo podría tener una base biológica.
"Somos o nos hacemos" fue el título del debate organizado por el Aula El País y el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra con la colaboración del Instituto Novartis de Comunicación en Biomedicina
Barcelona, 14 de mayo de 2008 ? Cada vez sabemos más sobre nuestros genes y su implicación en nuestra apariencia física, nuestras enfermedades y hasta nuestra conducta. ¿Hasta que punto estamos determinados por nuestra genética? Carlos Lalueza, profesor de la Unidad de Antropología de la Universidad de Barcelona (UB) junto a Óscar Vilarroya, director de la Cátedra ?El Cerebro Social? de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), trataron de ofrecer la respuesta de la ciencia a esta cuestión en el debate ?Somos o nos hacemos?, organizado el pasado martes 29 de abril por el Aula El País y el Observatorio de la Comunicación científica de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) con la colaboración del Instituto Novartis de Comunicación en Biomedicina.
Nuevos ámbitos científicos como las neurociencias, la genética de la conducta o la psicología evolutiva, están estudiando la base biológica de nuestro comportamiento. Sin embargo, la biología no es el único elemento que marca nuestra manera de actuar. ?Que las conductas sociales tengan una base biológica, no significa que lo biológico sea fijo e inamovible, ni tampoco que no exista el libre albedrío. El determinismo biológico es falso. No somos máquinas programadas por nuestros genes, sino que en última instancia podemos decidir entre el bien y el mal?, explica Carles Lalueza.
En cualquier caso, ambos científicos constataron la relación entre la evolución y el desarrollo de nuestra conducta social. ?Somos seres ultrasociales y hay comportamientos que la evolución ha sellado en nuestros genes porque son básicos para la propia supervivencia, por ejemplo reprimir el deseo inmediato de comer o copular", señala Vilarroya. Incluso el altruismo podría tener una base evolutiva porque ?compartimos muchos genes con nuestros familiares y al ser altruistas con ellos también defendemos las posibilidades de que estos genes se mantengan?, argumenta Lalueza. De hecho, parece que existe una estructura del cerebro que se activa ante el egoísmo. ?En estas situaciones se activa la ínsula anterior que es la misma que se moviliza con el asco físico. El asco físico y social se parecen?, explica el investigador de la UAB.
En los últimos años se han ido descubriendo algunos ejemplos de la relación entre genética y comportamiento. Se han descrito genes como el FoxP2 que está relacionado con la aparición del lenguaje, o el MAOA, cuya mutación está asociada a conductas violentas. En este último caso, los investigadores remarcaron que es necesaria la combinación de ciertas condiciones ambientales como el maltrato infantil para que se den las acciones violentas. ?Los genes predisponen, pero es definitivamente el ambiente el que hace que se manifiesten?, aclara Lalueza.
En el mismo sentido se expresó Óscar Villarroya, cuando señaló que la división entre genética y factores externos es una ?falsa? dicotomía. ?La genética por sí misma no explica, si no se combina con cómo le afecta el medio y a través de qué mecanismos interacciona con estos factores externos. Hay una modulación ambiental muy compleja y por eso no se puede hacer esta dicotomía. El criminal nace y se hace?, resume.
En el caso de las decisiones, también influyen diferentes factores y una combinación entre nuestro raciocinio y las emociones. ?Siempre hay un diálogo entre estas dos áreas. El juicio moral es emocional, depende del contexto y en él intervienen muchos procesos. Para juzgar se combina teorías morales como el utilitarismo, la deontología o la teoría de la virtud teniendo en cuenta el contexto, nuestras propias experiencias personales y la genética?, explica Villarroya. Esta combinación de elementos hace necesario un acercamiento multidisciplinar a nuestra conducta social: ?La neurociencia social integra conocimientos como la biología, sociología, genética, economía? para tratar de comprender y explicar nuestro comportamiento?, concluye Villarroya.
Instituto Novartis en Comunicación en Biomedicina (INCB)
El Instituto nace con el propósito de promover, articular y desarrollar actividades de complemento a la docencia, investigación, formación, información y documentación en el ámbito de la Comunicación en Salud y Biomedicina. Asimismo aporta, comparte y divulga el conocimiento, a través de medios actuales y nuevas tecnologías emergentes. El INCB, promovido por Novartis Farmacéutica, supone una manifestación más de la voluntad y compromiso de Novartis dentro del entorno de la salud y de su voluntad innovadora y de aportación de valor añadido en todos aquellos aspectos de relevancia e interés para la sociedad en general. Asimismo, viene a reforzar el compromiso de innovación y responsabilidad de esta Compañía en España.
Entre sus prioridades se encuentran potenciar tanto la formación de profesionales de la comunicación, como fomentar y realizar programas y actividades de difusión de contenidos de salud, demandados cada vez más por parte de pacientes y de la sociedad en general. Este hecho supone un paso decisivo en la ayuda a la concienciación del valor y sostenibilidad de los sistemas sanitarios y de su dimensión real para los usuarios.